jueves, 8 de julio de 2010

El APRA como partido del siglo XXI

Del Capítulo III, del libro “El Antiimperialismo y el APRA del Siglo XXI”, de Guillermo Sendón

El APRA del siglo XXI no será un partido que confronte con el resto de partidos revolucionarios de Latinoamérica y el mundo; debe ser un partido capaz de distinguir claramente a los amigos de los enemigos del pueblo. El APRA del siglo XXI es un partido respetuoso de la táctica que emplean los partidos revolucionarios para el logro de sus objetivos en el entendido que la unidad se da en el objetivo estratégico supremo de cada una de las organizaciones hermanas, el cual es la construcción del socialismo como única vía para el logro de la justicia social, con pan y libertad. El APRA del siglo XXI rechaza la violencia como método de lucha pero no recusa ni descarta la respuesta enérgica o militar a las acciones violentas del poder dominante (imperialismo, oligarquía y burguesía) en contra de nuestros pueblos.

A la luz de lo acontecido en América Latina en las últimas décadas, se constata que la lucha contra el imperialismo se da en cada país en forma independiente; un ejemplo de esto es la lucha del movimiento revolucionario en Cuba (1953-1958), llevada a cabo como respuesta a la incapacidad e inacción de los partidos políticos burgueses para enfrentar la tiranía, a la cual incluso muchos de ellos terminaron aliándose constatándose el doble discurso de estos partidos que pregonaron la defensa del pueblo y en la práctica resultaron verdaderos enemigos del mismo; esto no podemos permitir que suceda con nuestro Partido. El APRA del siglo XXI no puede traicionar los intereses del pueblo que son los suyos propios.

En Cuba fueron jóvenes rebeldes apoyados por el pueblo quienes encabezaron, bajo el liderazgo de Fidel Castro Ruz , la lucha contra la tiranía de Fulgencio Batista y Zaldívar . El primer levantamiento se produjo el 26 de julio de 1953, cuando intentaron tomar el cuartel Moncada, la segunda base militar del país. El asalto fracasó, pero esta acción unió al pueblo cubano; obreros rurales e industriales, pequeños agricultores, maestros, comerciantes, profesionales, desocupados, en definitiva, todos los sectores excluidos del manejo del poder por la dictadura oligárquica de Batista. El segundo levantamiento se produjo en 1956, con el Movimiento 26 de julio. El ejército rebelde ingresó a Cuba desde México en un pequeño barco denominado “Gramma” y se estableció en Sierra Maestra. El triunfo final del brazo armado comandado por Fidel Castro, contando con el apoyo de otras fuerzas populares, fue el 1 de enero de 1959. Ese año nuevo fue el inicio de un tiempo nuevo en toda América Latina.

La realidad cubana de entonces es así descrita por Eduardo Galeano : “Cuando cayó Batista, Cuba vendía casi todo su azúcar en Estados Unidos. Cinco años antes, un joven abogado revolucionario había profetizado certeramente, ante quienes lo juzgaban por el asalto al cuartel Moncada, que la historia lo absolvería; había dicho en su vibrante alegato: Cuba sigue siendo una factoría productora de materia prima. Se exporta azúcar para importar caramelos..... Cuba compraba en Estados Unidos no sólo los automóviles y las máquinas, los productos químicos, el papel y la ropa, sino también arroz y frijoles, ajos y cebollas, grasas, carne y algodón. Venían helados de Miami, panes de Atlanta y hasta cenas de lujo desde París. El país del azúcar importaba cerca de la mitad de las frutas y las verduras que consumía, aunque sólo la tercera parte de su población activa tenía trabajo permanente y la mitad de las tierras de los centrales azucareros eran extensiones baldías donde las empresas no producían nada. Trece ingenios norteamericanos disponían de más de 47 por ciento del área azucarera total y ganaban alrededor de 180 millones de dólares por cada zafra. La riqueza del subsuelo —níquel, hierro, cobre, manganeso, cromo, tungsteno— formaba parte de las reservas estratégicas de los Estados Unidos, cuyas empresas apenas explotaban los minerales de acuerdo con las variables urgencias del ejército y la industria del norte. Había en Cuba, en 1958, más prostitutas registradas que obreros en las minas. Un millón y medio de cubanos sufría el desempleo total o parcial, según las investigaciones de Seuret y Pino que cita Núñez Jiménez”.

Desde los inicios de la revolución, Cuba fue hostigada por Estados Unidos.
  • En 1960, el gobierno norteamericano dejó de comprar azúcar. Esto condujo a un acercamiento de los cubanos con la U.R.S.S., que se comprometió a comprar medio millón de toneladas anuales de azúcar durante cuatro años. Estados Unidos decidió entonces no enviar más petróleo a Cuba, que comenzó a proveerse de la U.R.S.S.
  • Las compañías norteamericanas en la isla se negaron a trabajar; el gobierno respondió expropiando y nacionalizando todas las empresas petroleras de ese origen y, luego, las compañías de electricidad y teléfonos.
  • En Abril de 1961 sucede la invasión por Bahía de Cochinos (Playa Girón); operación militar en la que tropas anticastristas, entrenadas y dirigidas por la CIA, intentaron invadir Cuba. Esta invasión fue derrotada en menos de 72 horas por el Ejército Rebelde y las Milicias Populares. Fue, en realidad, la primera derrota del imperialismo en suelo latinoamericano.
Hoy día Cuba, no obstante el bloqueo impuesto por el imperialismo norteamericano, es un país con los mejores índices del continente en el cumplimiento de los Objetivos del Milenio de las Naciones Unidas, aprobados en septiembre del 2000 por la ONU, foro en el cual los Jefes de Estado y de Gobierno de 189 países, entre ellos el Perú, suscribieron la Declaración del Milenio que contiene el compromiso de los Estados Miembros para impulsar el desarrollo, erradicar la pobreza, promover la dignidad humana, la igualdad, y alcanzar la paz y la sostenibilidad ambiental. A partir de dicha Declaración se proclamaron 8 Objetivos de Desarrollo y 18 Metas concretas que deberían cumplirse, la mayoría, en el año 2015 o antes. El cumplimiento de las Metas del Milenio recaba la participación de todos los países y, en el ámbito nacional, requiere la intervención del gobierno, las comunidades, los grupos sociales y las familias.

He tomado como ejemplo la revolución cubana, para afirmar que la lucha contra el imperialismo se produce independientemente en cada país, lucha que en cada nación posee características muy propias; así viene sucediendo en Venezuela, Nicaragua, Ecuador y Bolivia. Sin embargo, con mucho acierto, vienen uniendo fuerzas para confluir en organismos supranacionales como el ALBA, UNASUR, el Banco del Sur, Telesur, que constituyen procesos embrionarios de la integración regional multilateral sobre bases de solidaridad y complementariedad, entre otros, aunque la historia nos demuestra que las naciones no pueden esperar primero a unirse para después luchar contra el imperialismo. La lucha de liberación de los pueblos en América Latina es dinámica y la vienen efectuando independientemente gobiernos progresistas, quienes políticamente derivan en verdaderos partidos de izquierda, aglutinando en su seno a todas las fuerzas que buscan un cambio en el status quo como resultado de su praxis revolucionaria.

Siendo así, prevalece lo escrito por VRHT: “El problema primario de nuestros países es, pues, el problema de la libertad nacional amenazada por el imperialismo que impedirá por la violencia todo intento político o social de transformación que, a juicio del imperio yanqui, afecte sus intereses. Ese problema es común a todos nuestros países. Ninguno podría declarase ajeno a él. La influencia económica del imperialismo norteamericano en Indoamérica es bien conocida. Aunque no sea la misma en sus modalidades en un país del Caribe que en el Perú o en la Argentina, la influencia existe y se acrecienta. ...”

La defensa de la libertad nacional en la región no obedece a hechos aislados o espontáneos de las masas, sino que es el resultado de la acción de líderes progresistas y humanistas con profundo amor a sus pueblos, gran capacidad de organización y conocimiento pleno de la realidad de sus países y el continente, pues se han nutrido de la observancia y estudio de la lucha por revertir el stablishment de las organizaciones políticas y movimientos sociales populares en cada uno de sus países.

Dicho esto y a la luz de lo que acontece en el mundo y en nuestra región, podemos afirmar que nada de lo que sucede es producto del azar o de la providencia, como lo demuestra la revolución mexicana: “En México, nosotros encontramos una revolución espontánea, sin programa apenas, una revolución de instinto, sin ciencia. México habría llegado a cumplir una misión para América Latina quizás tan grande como la de Rusia para el mundo si su revolución hubiera obedecido a un programa. Pero la revolución mexicana no ha tenido teóricos ni líderes. Nada hay organizado científicamente. Es una sucesión maravillosa de improvisaciones, de tanteos, de tropezones, salvada por la fuerza popular, por el instinto enérgico y casi indómito del campesino revolucionario. Por eso es más admirable la revolución mexicana: porque ha sido hecha por hombres ignorantes” . Los sucesivos gobiernos después de la revolución mexicana han sido, en general, corruptos o aliados incondicionales del imperialismo yanqui.

Las revoluciones que se conocen en apariencia son espontáneas, pero en el fondo no del todo; son consecuencia de una sucesión de acciones y hechos de los pueblos y sus organizaciones que claman libertad, entendida la misma como aquella facultad humana que permite a otras facultades actuar y que está regida por la justicia. Si algo es común a los seres humanos es una constante lucha por su libertad, condición fundamental que da vida a las revoluciones y los cambios sociales en aras de la justicia y la igualdad.

2 comentarios:

  1. pero donde carajos en el nombre de satanas! consigo tu miserable libro,, dime donde los venden pues, o facil te compraste a ti mismo tus 3000 kopias porke no veo ni uno en las librerias!

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